Estereoscopía

¿Sabías que a fines del siglo XIX se popularizó una técnica de experiencia inmersiva llamada estereoscopía?
En nuestro acervo, vas a poder encontrar este tipo de fotografía en la mayoría de los fondos que custodiamos. Descubrí cómo funciona esta técnica de fotografía 3D, que se sigue usando hasta el día de hoy.

Fondo Bernardo Croce / Acervo CIFHA

Los dispositivos de visión estereoscópica fueron el resultado de una serie de experimentos desarrollados principalmente en Inglaterra por Charles Wheatstone y David Brewster, en correlación histórica con el surgimiento y difusión de la fotografía. Basada en un sistema de pares ópticos que requería de un dispositivo para ser visualizada a la manera de las tecnologías actuales, la demanda masiva de este tipo de fotografía fue comparable al atractivo de otros medios posteriores como el cine y la televisión. Las vistas estereoscópicas coleccionables permitieron dar a conocer una amplitud de paisajes y temas antes desconocidos para la burguesía emergente, confiriéndoles además un carácter educativo.

Entre los experimentos y dispositivos lúdicos más destacados de esta época se encontraban precisamente aquellos relacionados con la visión estereoscópica, estudiada por Wheatstone en su Contributions to the Physiology of Vision, de 1838, donde se analizaba la capacidad del cerebro humano de conciliar las diferencias perceptivas resultantes de la disparidad de puntos de vista entre los ojos. De sus mediciones del paralaje binocular –es decir, el grado de variación del ángulo entre los ejes de visión de cada ojo según la distancia a la que está el objeto– y las conclusiones ulteriores de Brewster (1856) sobre el efecto de relieve resultante de la fusión aparente de ambas imágenes se deriva la invención del estereoscopio. La primera versión de este dispositivo fue patentada por el propio Wheatstone en 1838, y constaba de dos imágenes idénticas y enfrentadas, situadas perpendicularmente al plano de visión de manera de reflejarse en dos espejos ubicados al centro, en ángulo de 90 grados entre sí y oblicuos respecto del observador que los veía a través de un visor binocular. El efecto tridimensional se lograba mediante la visión superpuesta de ambos reflejos.

Esquema del estereóscopo de Wheatstone (1838)

Algunos años más tarde el escocés Brewster, inventor del caleidoscopio, introdujo algunas modificaciones que posibilitaron la comercialización del estereoscopio como dispositivo de entretenimiento. Patentado en 1849, su modelo reemplazaba los espejos por un diseño más sencillo de tarjetas con dos imágenes adyacentes que se colocaban frente a los binoculares, y que reproducían, en su representación de dos encuadres ligeramente distintos de una misma escena, la diferencia de puntos de vista producidas por el paralaje óptico a una distancia estándar. A diferencia de su predecesor, el estereoscopio de Brewster era portátil y fácilmente manipulable por cualquier usuario, y su pequeño tamaño habilitaba la producción en serie a un costo relativamente bajo y su consecuente popularización. Pero esa temprana lógica industrial del instrumento se articulaba, además, con la de las propias imágenes, ahora provenientes de la ya ampliamente difundida técnica del daguerrotipo y, poco más tarde, de la fotografía en vidrio y papel.

Visor estereoscópico lenticular. Publicado en Brewster (1856).

En los años que rodearon al cambio de siglo, la creación de asociaciones y publicaciones especializadas consolidó y otorgó visibilidad al fenómeno emergente de la fotografía amateur. Son precisamente las actividades y publicaciones de estas sociedades, las que nos proveen los primeros indicadores de un interés sostenido y relativamente extenso hacia la estereoscopía. Es así, por ejemplo, que el stand de la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados en la Exposición Nacional de 1898 exhibía, junto a los álbumes y a las copias fotográficas colgadas en las paredes, “unas mesas con aparatos estereoscópicos para el uso de los visitantes” (Tell 2017:204), en tanto algunos de los concursos de la Sociedad, como el de 1900, evaluaban las estereoscopías en una categoría aparte (Ibidem). Si esto da cuenta de un interés específico en este tipo de dispositivos por parte del público, del que se hacían eco los anuncios de cigarrillos Turistas ofreciendo “colecciones de vistas fotográficas estereoscópicas de todo el mundo”, sin duda las publicaciones especializadas que comenzaron a editarse en esos años proveen un indicador más específico y sistemático.

En el Acervo CIFHA albergamos el fondo estereoscópico de Bernardo Croce, uno de los más extensos e importantes del país. En nuestra galería interactiva podés disfrutar del efecto 3D con la ayuda de unos visores.

Bernardo Croce, Vista de una zona urbanizada. Neuquén, Argentina; 1925-1935.
Formato: 4,5×10,5 cm. Gelatino-bromuro de plata.

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