En 2023, el acervo de Fundación CIFHA incorporó un fondo trascendental, junto a la gestión de sus derechos para su difusión y conservación: el del fotógrafo paraguayo Tiburcio González Rojas (Ypacaraí, 1934-2021).
Son en total 9.111 negativos fotográficos en blanco y negro de acetato en formato medio, donados por la familia de Tiburcio, un extraordinario fotógrafo paraguayo, autor de un importante registro visual para comprender la cultura paraguaya en los años sesenta y setenta.
El Fondo González Rojas representa un hito en la recuperación del patrimonio fotográfico paraguayo, como así también en la construcción de una nueva historia de la fotografía moderna de América Latina. A través de este archivo, la propia comunidad de Ypacaraí, y la paraguaya, podrán reconstruir parte importante de su pasado censurado por más de 50 años durante la dictadura militar de Alfredo Stroessner.
Eran tiempos en los que la cultura indígena guaraní estaba proscrita de manera violenta por el dictador, quien perseguía y encarcelaba a quienes hablaban el idioma, entre otros ataques. Estas fotografías muestran esos hábitos y costumbres indígenas censuradas por el Gobierno: rituales, ropas, vestidos y ceremonias cotidianas en las afueras de Asunción.
Paraguay es uno de los pocos países en el mundo que hoy en día mantiene su lengua originaria, el guaraní, y este es uno de los pocos archivos fotográficos que conserva negativos de aquellos años que sobrevivieron al calor, a la humedad y al paso del tiempo: podría considerarse casi único en su género. En la bóveda de Fundación CIFHA se lo pudo estabilizar, impidiendo su deterioro.
Su vida y su legado
Tiburcio González Rojas nació el 12 de octubre de 1934 en Cerro Vera, Pirayú, departamento de Paraguarí, en el sudoeste del Paraguay (a cincuenta kilómetros al sudeste de Asunción).
Siendo muy joven fue jockey y comenzó a fotografiar caballos. Luego aprendió fotografía en el estudio de Ramón Emilio Adorno, en Asunción. Posteriormente ingresó a un organismo gubernamental como fotógrafo, donde amplió su conocimiento del oficio. Al tiempo trabajó por su cuenta viajando de una compañía a otra, primero en moto y más tarde en camioneta, retratando a las poblaciones campesinas. Como generalmente en los pueblos no había electricidad, llevaba el equipo de revelado con una batería para poder dar a los clientes las copias de las fotos al día siguiente. Más adelante instaló su estudio en Ypacaraí, donde durante décadas se dedicó a la fotografía social y comercial.
Este registro puede pensarse como una ventana esencialmente testimonial a la vida que González Rojas encontró a su alrededor, con una trayectoria temática que se extiende desde las prácticas sociales católicas tradicionales, como los ritos conmemorativos asociados a la muerte de bebés y niños muy pequeños (los angelitos), los bautismos, comuniones, casamientos hasta eventos públicos y privados como cumpleaños, actos escolares, reuniones familiares, festividades y demás acontecimientos mundanos de la vida rural. También es posible apreciar el impacto que la llegada de la luz eléctrica, los nuevos objetos y el capitalismo produjo en sus habitantes.
La calidad fotográfica de esta obra es exquisita. Las imágenes de estos negativos son de una fineza fuera de lo común desde lo técnico y lo estético, con un proceso químico de revelado muy sólido, lo que brinda un conjunto de excelente calidad en su materialidad y con la posibilidad de ser digitalizado en el futuro.
Las imágenes de González Rojas, tal como se presentan, constituyen un archivo fotográfico de incuestionable valor y una memoria visual única de un Paraguay indígena perseguido y hostigado por la dictadura militar y cuyas consecuencias se vislumbran aún en el presente.
Con la recuperación de este archivo se aspira además a reflexionar acerca del rol que a lo largo de la historia mantuvieron las culturas minoritarias como los afrodescendientes, los indígenas y los feminismos.