Te invitamos a conocer uno de los trabajos más importantes de preservación y difusión de CIFHA. Harry Grant Olds fue un fotógrafo norteamericano que se radicó en Argentina en el año 1900 donde vivió hasta su muerte en 1943. Su obra retrata con sensibilidad y precisión la gran amplitud de eventos y personajes que constituyeron la identidad nacional de comienzos del siglo pasado.
“Archivar es dialogar con el futuro, los arqueólogos lo saben muy bien”, escribe Francois Soulages. Bajo esta premisa, entonces, mantener la curiosidad y los ojos abiertos parecen ser cualidades archivísticas esenciales para encontrar tesoros, en el ámbito de lo cotidiano, de esos que hasta se esconden debajo de nuestras narices.
Tal fue el caso del acervo de Harry Grant Olds, gran fotógrafo norteamericano que retrató a la Argentina y otras regiones de América a principios del siglo XIX. Bajo una capa de polvo y hongos, una parte de su extenso material (se estima que la mayoría se ha perdido) fue adquirida por CIFHA a su último dueño, Cacho Giordano, en el año 2013. Evidencias arqueológicas a la espera de ser excavadas: 885 negativos de vidrio y nitrato de 20 x 25 cm., más de 200 copias vintage realizadas por el autor y postales de época con las imágenes de Argentina que se exportaron al resto del mundo. En resumen, uno de los testimonios más importantes de la historia de la fotografía argentina.
La colección, que sobrevivió políticas de conservación inconstantes, por lo menos unas doce mudanzas y se encontraba indebidamente resguardada en sobres de plástico, comenzó a ser estabilizada apenas ingresó al centro. Se realizó una limpieza, se confeccionaron guardas a medida de calidad conservación y se acondicionó un espacio con temperatura y humedad controlada para albergar la colección. Se podría decir que la historia de CIFHA comienza con Harry Grant Olds: este trabajo inicial fue el puntapié para comenzar a buscar y rescatar otros vestigios de la fotografía histórica argentina.
El potencial informativo de las fotografías de Olds generó un interés por ampliar sus detalles sin interpretación digital, mediante la misma técnica utilizada por el autor. Para esto se necesitaba de una ampliadora fotográfica que pudiera albergar negativos de semejante tamaño. La búsqueda dio sus frutos, pero a medias: una ampliadora Durst 2000 descompuesta pero con posibilidades de ser arreglada.
Luego de una tarea de reparación de seis meses, la primera imagen que se logró ampliar en forma analógica fue la Quema de basura en Parque Patricios, a 115 años de su creación. Varias copias de otros negativos después, el resultado de esta iniciativa se dio a conocer en una muestra en FoLa.
Siguiendo la misma línea de búsqueda, se continuó con la catalogación y el escaneo en alta resolución de los negativos. El uso de las nuevas tecnologías nos permitió descubrir detalles a gran escala, a la manera de pequeñas escenas en una pintura de Brueghel.